Son las manos las que me habitan en silencio
miro los dedos y tiemblan
microsismos
y después el maremoto
y después un meteorito
Obligarse un refugio
elijo el viento
elegí al bosque y al agua
me iré con los ríos
iré a pastorear ballenas
para que en un parpadeo el silencio sea otro
para dejar de ser esta maraña de escombros del destino
hasta que las lágrimas no sean espinas
hasta que el maremoto enmudezca todos estos ojos
adoptar la espera aunque al meteorito no le importe.
Pero las manos me arden
y el viento oscila.
Llegó el silencio y llegó sin nosotros
he visto como nos habita
así de tenaz.
Y es uno que no viene de lo que nos rodea
ni del río, ni de lo insistente que ha sido el mismo viento
ni de algo cuando emerge
es un silencio que no viene de la luz ni de los pasos
y ese silencio n o e s c u c h a
No existe algo más salvaje ni tan primitivo que eso!
pero persiste, deambula y pulula
y me ha confesado que no,
que todo esto no tiene sentido
que el ruido nos arropa como arropa a tantos errores de la vida.
Y los ojos no quieren ver
quiero sustituir la evasión.
Pero ayer me dijeron las luciérnagas que debería cicatrizarlos,
me aconsejaron que no siguiera la luz
y me confesaron el horror de este indeleble infortunio,
de lo inaudible del barullo.
Me aseguraron que esto no es un simulacro y que además es instantáneo.
No me despierten nunca, nunca me despierten por favor.